domingo, 13 de octubre de 2013

En el año de la FE, un credo Explicado según el propio Catecismo de la Iglesia Católica (parte 1)

El credo explicado siguiendo el Catecismo de la Iglesia Católica

El credo explicado
(Basado en el
Catecismo de
la Iglesia Católica)
“Creo en Dios”: Esta es la primera afirmación y la más importante. Así como los demás mandamientos dependen del primero, del amar a Dios, las demás partes del Credo dependen de esta afirmación, ya que es el núcleo central; el resto de nuestro Credo nos ayudan a conocer más y mejor a Dios.
Nuestro Dios es :
  • Unico:  “Yo soy Dios, no existe ningún otro… ante mi se doblará toda rodilla…” (Is 45,23). Si bien son tres Personas, es una sola Esencia o Naturaleza simple.
  • Vivo: Dios de los padres, compasivo y fiel a sus promesas.“Yo soy”… Dios no dice “Yo fui” o “Yo seré”, es un Dios vivo y presente, siempre y para siempre. Por eso es que es fiel a sí mismo y a sus promesas.
  • la Verdad: Por eso sus palabras no pueden engañar, y sus promesas se cumplen, es un Dios verdadero. El pecado nació de la mentira del tentador, que llevó al hombre a dudar de la Palabra de Dios. A causa de esto, Dios nos envió a su Hijo Jesús para “dar testimonio de la verdad” (Jn 18,37)
  • Amor: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único”(Jn 3,16). El amor de Dios es gratuito, misericordioso, que a pesar de nuestras infidelidades y nuestros pecados nos perdona, y eterno: “Los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará” (Is 54,10).

“Padre”: Este término tiene dos aspectos: El primero es que es Padre por ser origen primero de todo y como autoridad, el segundo es como Padre bondadoso y con solicitud amorosa para todos sus hijos. La visión que nosotros tenemos de padre y madre, son humanas, aunque como ellos son falibles, por ser humanos, pueden desfigurar la imagen de paternidad y maternidad que nos hacemos de Dios; pero como Dios no es hombre ni mujer, nadie es Padre como lo es Dios.
También este termino viene en cuanto a su Hijo único: “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.” (Mt 17,27). Esto es que el Hijo es “consubstancial” al Padre, o sea, un solo Dios con él. Se realiza una distinción de Padre en cuanto a las tres personas de la Trinidad.

“Todopoderoso”: La Sagradas Escrituras confiesan mucho el poder universal de Dios: “Señor de los ejércitos” (Sal 24,10); “Todo lo que El quiere lo hace” (Sal 115,3); “El Fuerte de Israel” (Is 1,24).
Es todopoderoso porque creó el mundo de la nada, y dispone de su obra según su voluntad. Nada le es imposible, porque Él lo creó.
Es el Señor de la historia, que gobierna los corazones y acontecimientos según su voluntad. Su poder se halla en su mayor alto grado, al perdonarnos libremente los pecados. Este poder no es arbitrario, se ajusta a su voluntad y a su sabia inteligencia.
Así como María creyó que “Nada es imposible para Dios”, también nosotros si lo hacemos, podremos creer sin vacilación las cosas más grandes e incomprensibles.

“Creador del cielo y de la tierra”: Las primeras palabras de la Biblia son “En el principio Dios creó el cielo y la tierra” (Gn 1,1). La creación es el fundamento de todos los designios salvíficos de Dios, es el comienzo de la historia de la salvación, que culmina con Cristo. Al mismo tiempo, en Cristo vemos reflejado el por qué de la creación, es decir, que la creación y el fin van tomados de la mano. Dicen los primeros versículos del Evangelio de Juan: “En el principio existía la Palabra… y la Palabra era Dios. Todo fue hecho por él y sin él nada ha sido hecho.” Y San Pablo nos dice también que “en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra… todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo y todo tiene en él su consistencia”. Claramente vemos la unión inseparable entre la creación y su finalidad que es Cristo, quien también es el medio.
El mundo fue creado para gloria de Dios “no para aumentar su gloria sino para manifestarla y comunicarla” dice San Buenaventura. Y es su amor y bondad por la cual nos creó: “Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas.” (Santo Tomás de Aquino). La gloria de Dios es el hombre vivo. “Si ya la revelación de Dios para la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Verbo procurará la vida a los que ven a Dios.” (San Ireneo de Lyon).
                  El término “cielo y tierra” hace mención en las Sagradas Escrituras a todo lo que existe, a la creación entera. La tierra es el mundo de los hombres; el cielo es el “lugar” propio de Dios (“Nuestro padre que está en los cielos…” (Mt 5,26) ), es el lugar donde esperamos ir al morir, es el lugar de las criaturas espirituales (ángeles) que rodean a Dios.


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