jueves, 31 de octubre de 2013

En la misa de Inicio de Curso de PS


"Con esta Eucaristía de inicio de Curso, que se eligió en las Vísperas de la Solemnidad del Custodio de Córdoba, y que tuvo lugar en el Hospital de San Juan de Dios, quería ser un acción de gracias triple: ante todo, por Cristo Jesús que en el Año de la Fe nos confirma que Él es la Medicina Verdadera que cura al Hombre herido, maltratado y sin esperanzas. Los Agentes de la Pastoral de la Salud quieren, en este sentido, ayudar a la cura, al cuidado y a dar consuelo de todo hombre y mujer que lo necesite. Ya desde este primer momento, la Pastoral de la Salud de Córdoba quiere hacer vivo y dar vida al lema de este año, 2013/14, "Fe y Caridad" "...también vosotros debéis dar la vida por los hermanos"  (1 Jn 3,16). Y no es posible entregarse a dar la vida en el mundo de la salud y del sufrimiento si no lo hacemos según el estilo de Señor Jesús, en esa manera suya de hacerse cercano y de cuidar a los que iba encontrando por el camino. 

Un segundo motivo, nos lo daba la Casa donde se celebró: La capilla preciosa de los Hermanos de la Orden Hospitalaria, donde están los restos mortales del Hno. Bonifacio, un apostol de la Caridad en la historia reciente de Córdoba, y donde la presencia espiritual del San Juan de Dios, y de sus santos hermanos, entre ellos San Juan Grande y san Benito Menni, nos apremian a no dejar "de hacer el bien para nuestro Bien". En los santos de la Caridad, la agentes de la pastoral de la Salud (Capellanes, religiosos y seglares)  encuentra un ejemplo vivo y cercano de atención a Cristo que padece en la carne de los hombres, como nos lo recuerda el Papa Francisco. 

El tercer motivo es sencillo: San Rafael, Medicina de Dios o Dios Cura, es nuestro más fiel aliado junto a la Santísima Virgen de la Salud y Consuelo, en este batallar por curar, cuidar y consolar a los hombres. No en vano, cuentan los biografos de San Juan de Dios que el propio Santo recibió la ayuda de San Rafael Arcángel en una ocasión en que por la noche salió a cuidar a un enfermo echándoselo sobre sus espaldas. Por estas razones, nos disponemos a servir a Cristo y su Iglesia en los enfermos y en los que los cuidan, pues son el "tesoro de la Iglesia", como gustaba llamarlos el Beato Juan Pablo II. " 




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