miércoles, 10 de abril de 2013

Un rincón para orar pues tu Padre ve en lo secreto

Andrei Rubidin, Última Cena

El tiempo de Pascua es tiempo de encuentros, algunos más visibles, por ejemplo la convivencia de Pastora de la Salud el día 20 de Abril en el Colegio de Trinidad Sansueña y al cual estáis invitados todos,  (podéis llamar a OTI para que os apunte... y echamos un día muy bueno, porque la Pastoral de la Salud afecta de todos los fieles, sanos y enfermos....) otros más ciertos pero menos sensibles: Son los sacramentos de la Fe, que se van a prodigar en las parroquias en estos días, confirmaciones, primeras comuniones, bodas en el Señor, bautismos, etc...

Os dejamos por ello, un texto apropiado para este Tiempo donde el Resucitado inunda y Consuela a toda la Creación.


“¡Te necesito, Señor!, 
porque sin Ti mi vida se seca. 
Quiero encontrarte en la oración, 
en tu presencia inconfundible, 
durante esos momentos en los que el silencio 
se sitúa de frente a mí, ante Ti. 
¡Quiero buscarte! 
Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que Tú has creado; 
en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro, 
y en la profundidad de un bosque 
que protege con sus hojas los latidos escondidos 
de todos sus inquilinos. 
¡Necesito sentirte alrededor! 
Quiero encontrarte en tus sacramentos, 
En el reencuentro con tu perdón, 
en la escucha de tu palabra, 
en el misterio de tu cotidiana entrega radical. 
¡Necesito sentirte dentro! 
Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres, 
en la convivencia con mis hermanos; 
en la necesidad del pobre 
y en el amor de mis amigos; 
en la sonrisa de un niño 
y en el ruido de la muchedumbre. 
¡Tengo que verte! 
Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser, 
en las capacidades que me has dado, 
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí, 
en mi trabajo y mi descanso 
y, un día, en la debilidad de mi vida, 
cuando me acerque a las puertas del encuentro
cara a cara Contigo”.

(Teilhard de Chardin)


Y otro regalito para orar, poniendo a Cristo como CENTRO VIVO.


¡Enamórate!

Nada puede importar más que encontrar a Dios. 
Es decir, enamorarse de Él 
de una manera definitiva y absoluta. 
Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, 
y acaba por ir dejando su huella en todo. 
Será lo que decida qué es 
lo que te saca de la cama en la mañana, 
qué haces con tus atardeceres, 
en qué empleas tus fines de semana, 
lo que lees, lo que conoces, 
lo que rompe tu corazón, 
y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. 
¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! 
Todo será de otra manera. 

(Pedro Arrupe, sj.)

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